Tenía muchas ganas
de que ingresaras en mi vida.
(No se trata de que llegues o de que entres
a mi vida. Sino
exactamente de que ingreses:
como el dinero en una cuenta corriente.
O como un enfermo en un hospital.
O como alguien que quiere aprender
e ingresa sediento
en una universidad).
A veces salgo a darle una vuelta al barrio
y resulta que estaba dándote una vuelta a ti
(Mi barrio está tan sabido,
me es tan conocido que camino por él
sin mirar sus casas ni sus tiendas
pero llevo aquí toda mi vida
y si yo no las miro
terminan por mirarme ellas).
Tengo que dejar de untar la noche con tu rostro.
Disparar
a
la bandada de planes que me sobrevuelan.
Dejar de andar por el camino (o seguir haciéndolo, pero sin andarlo; pisándolo)
que te traería a mi casa,
a comer con mi familia los domingos.
Tú (que estás llena de adornos que te sientan tan bien),
¿qué diablos harías en mi casa? Mi casa es muy pequeña;
Tu pelo
es más largo que mi casa.
Ya hemos hablado de cuánto te gusta cocinar y aquí
apenas podrías cocinar nada.
Mi cocina es tan pequeña
que lo único que quiere
es que te frías un huevo
y regreses al salón a ver la tele.
Me moría de ganas
de ver cómo fabricas tus bostezos:
Seguro que nunca descuidas taparte con una mano (creo que si puedes, tú te tapas
con las dos), pero siempre
se queda entreabierto algún dedo
y entonces tu boca suena
un poco con esa vocal grande y alquitranada
que uno dice sin querer cuando bosteza.
Tenía ganas también
de ir yo a tu casa
para que tu jardín fuera un jardín
y tu perro fuera un perro
(y no como ahora
que tu jardín no huele, y tu perro no ladra
porque sólo son un par de fotos
que enseguida se acaban).
Sentía que me tú pellizcabas con alguna luz.
Me hacías presentir horas fiesta. Pero ahora me he acordado
de una cosa que me dijo mi abuelo
después de una verbena:
-Iván,
al final
el confetti ensucia el suelo.
Y además, el confetti mojado
parece el vómito de un payaso.
Tenía muchas ganas
de que ingresaras en mi vida
y ahora me siento derruido y sancionado.
No quiero explicarme más.
No quiero dar más detalles sobre ti
ni sobre este universo que has cancelado.
Ojalá tuviera otra vez aquella agenda del cole (en sus últimas páginas había unos justificantes
que rellenaba mi madre):
Nombre:
Iván Legrán.
Asunto: No asistirá hoy a la alegría.
Motivo: Los confettis ensucian el suelo. Los globos han ido al hospital, porque parecían
rostros de niños enfermos.
Me voy ya. Me voy un rato.
Voy a ejercitarme en eso de dejar de pensar.
Empezaré por dejar de pensar en conocerte: Dejaré a un lado lo de ir a tu universidad
para verte aunque sólo sea un rato,
y dejaré de creerme
eso de que si estuvieras a mi lado
mi sangre sonreiría
y cumpliría mejor con su trabajo.
Poesía by Iván Legrán Bizarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
Based on a work at ernestomeobligo.blogspot.com.
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