Ya está cerca mi santo, San Juan.
En la calle suena un bang-bang de perdigonazos. Pero en realidad
es el hipido de los petardos, tirando de la futura verbena
hacia el presente.
Los niños se vuelven demoníacos y nerviosos con los mecheros en las manos. Les encanta
causar fuego
con sólo chasquear un dedo.
Ellos juegan cerca, queman la pólvora
en una plaza que está a menos de un cuarto de hora.
Si no se tratara de estas fechas
podría creer que son adultos lejanos que andan probando sus pistolas.
Irene,
mañana ya es verano.
Tu agenda del colegio ha sido durante todo el año un cuentagotas de días. Una
jirafa parda
a la que siempre le faltaban unos centímetros de cuello
para alcanzar la hoja alta tan ansiada.
Vuelven a brillar los viernes. La promesa
de que quizá éste ya vuelva a verte
me condecora desde lejos.
Toda la gente que te apestaba la vida se va a morir durante este verano.
El sol ha horneado una llave caliente y amarilla
que te va a soltar de todos los grilletes. Sólo tú
sabes lo que vale el verano. Porque sólo para ti
los días se han derretido tan despacio.
Mañana ya es verano. Yo soy el sheriff
de una hectárea en donde el sol
impacta sin cuidado
y sin cuidado
la hierba es una carcajada verde que espera ese impacto.
Tú puedes gozar de esa hectárea. Te la daré
a cambio de que pestañees a mi lado.
A mí antes me daba igual el tiempo. Ya no tenía el verano
ningún mensaje para mí. Pero tu cuenta atrás,
tu apetito por este momento
ha tripulado mi emoción
hasta este verano.
Muy pronto, el día que quedemos
no me dará tiempo a echarme la siesta. Sabes que me verás con ojeras
y de vez en cuando me masajearé el cuello dolorido. De tanto en tanto
incluso burbujearé algún bostezo.
Pero a pesar de eso. Ya sabes que cuando estoy contigo
lo único que está cansado es mi aspecto.
Poesía by Iván Legrán Bizarro is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
Based on a work at ernestomeobligo.blogspot.com.
A pesar de que el calendario diga que hemos cambiado de estación, estoy convencida de que los días caniculares sólo harán su aparición cuando la dulce Irene pase la última hoja de su agenda. Entonces, y sólo entonces, dejaremos que el verano comience.
ResponderEliminarAdmiro la delicadeza con la que cierras todo lo que escribes.
Oye, oye... que una cosa es que me guste cómo terminas tus poesías y otra muy diferente es que me guste que éstas terminen... No admito suspicacias. :P
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